Condiciones laborales
En Sierra Morena, los sistema de trabajo implantados por las compañías mineras fueron varios: por jornada (con salario fijo), a destajo (a cobrar en función de lo trabajado) o por tareas (que implicaba que el obrero debía cubrir un determinado objetivo cada día, independientemente del tiempo que conllevara).
Jornada laboral
Buena parte de los complejos minero-metalúrgicos estuvieron diseñados para funcionar 24 horas al día. A principios del siglo XX, la jornada laboral para los mineros de interior -así como para algunos trabajos en el exterior- era generalmente de 8 horas, sin incluir el tiempo invertido en el desplazamiento hasta el tajo. En los talleres, de sol a sol (12 horas), con descansos de 1-1,5 h en otoño-invierno y de 2-2,5 h en primavera-verano. Como referencia, la jornada de los técnicos ingleses de Riotinto (Huelva) por aquel entonces se prolongaba entre 8 y 11 horas. El día de descanso fue, por lo general, el domingo. Al menos, así estaba estipulado por la Ley de descanso dominical vigente desde 1904.
Salario
Tampoco hubo uniformidad en los salarios, que variaban en función de la compañía y de la coyuntura económica nacional e internacional. Con todo, en Sierra Morena el minero fue un trabajador mejor pagado que el agricultor, sin que ello implicara siempre ganar lo suficiente para vivir con una mínima holgura. Sin olvidar que la seguridad del sueldo estaba condicionada por diversos elementos más o menos azarosos, como padecer un accidente o enfermedad que incapacitara para el trabajo, salvo en aquellos casos en los que se disponía de buenos seguros y pensiones.
Por otro lado, durante el siglo XIX fue habitual que los obreros recibieran sus salarios en cupones-dinero u otros sistemas similares, que podían canjear por efectivo (no siempre) o bien por productos en las tiendas de las compañías mineras o, a veces también, en otras de la zona. Desde 1915, y por orden del Gobierno español, los cupones-dinero desaparecieron y los pagos pasaron a efectuarse en metálico.