La hidrosfera de Sierra Morena
La hidrosfera de Sierra Morena se organiza en torno a sus principales ejes de fractura. El agua resbala por las laderas de la sierra como si de un tobogán se tratase, excavando las líneas de debilidad tectónicas para alcanzar velozmente el valle del Guadalquivir.
Características
Sierra Morena posee una red hidrológica forjada por la impermeabilidad del sustrato, el desnivel entre el macizo hercínico meridional y el valle del Guadalquivir, y un clima subtropical mediterráneo, de precipitaciones concentradas en unos pocos días al año (en torno a 25), y prolongado estío.
Esto implica que el sistema hidrológico que drena las tierras de Sierra Morena se caracteriza por cursos de fuerte pendiente, torrenciales por el caudal y la velocidad de su corriente cuando las precipitaciones son altas, de profundo estiaje, y cauces encajados por la excavación de las partes menos duras del sustrato (forjando el relieve apalachense), De cursos definidos por la influencia tectónica, revirados, con erosión remontante, y baja concentración de sales en el agua, lo que otorga a estas aguas una buena calidad.
Exceptuando el norte de Córdoba y un extremo en el norte de Huelva, casi todas las pendientes drenan hacia la cuenca del Guadalquivir, proporcionando a su cuenca hidrográfica una superficie de 27.949,00 km2, lo que representa que Sierra Morena es responsable de la captación de aguas en casi el 50% de la superficie drenante a este río.
Descarga diferencial
Por influencia climática, los ríos que fluyen al Guadalquivir desde Sierra Morena alcanzan su máximo caudal en épocas distintas, dependiendo de la pauta de precipitaciones predominante en cada zona de Sierra Morena. Los del lado occidental, alcanzan su máximo entre los meses de diciembre y febrero, mientras los del centro y este, lo hacen entre los meses de enero y marzo, lo que quiere decir que la extensión de Sierra Morena posee una sistema hidrológico que responde a lógicas propias, en cierto modo independientes entre sí.
Régimen lótico
El régimen lótico de los cursos de agua, que salvan en apenas 100 Km. de longitud desniveles de una media de 600 m., se ha visto ralentizado por la regulación que en sus cursos medios se ha producido a base del embalsamiento de las aguas de cabecera. Esto es un fenómeno general en toda la Sierra Morena, que ha transformado tanto el régimen natural de los caudales, como la biología y cultura asociadas a sus máximos y mínimos, reduciendo aún más si cabe la infiltración, y por tanto la recarga de los escasos acuíferos, ligados básicamente a los álveos.
Todas estas características hacen que el régimen de los cauces de Sierra Morena sea responsable, en parte, de ese carácter torrencial que llevó a Maurice Parde (1964), a calificar el Guadalquivir como “enorme torrente”, ya que éste ha llegado a registrar índices de irregularidad de 18. De hecho, las cuencas tributarias del Guadalquivir en Sierra Morena, también registran, más antes de la regulación a través de los embalses, fenómenos de avenidas, que rara vez afectan a los pueblos, dado que éstos no se apoyan en las márgenes de los cauces, ya que pocas veces pueden fabricar una vega y terrazas de suficiente entidad como para que se puedan asentar en sus cercanías.
Erosión remontante
El hecho de que el Guadalquivir discurra junto al pie de monte de Sierra Morena, condiciona la morfología y funcionamiento de los cauces tributarios por la margen derecha, en comparación con los de la margen izquierda.
Cauces cortos, de fuerte desnivel (500 m. salvados en 100 Km. de cauce medio), con cuencas de pequeña superficie, y altos índices de escorrentía y torrencialidad, se resuelven en cursos con una alta capacidad de excavación, que producen la incisión progresiva de su cauce, desde los materiales blandos de su curso bajo, en el valle del Guadalquivir, hasta su nacimiento, en las partes altas de la sierra. Los casos extremos llegan a provocar la captura de cauces entre sí.
Este proceso permite que algunos de los cauces más activos penetren incluso en la meseta (el Jándula, el Guadiato, el Bembézar y el Viar). Otros cursos que destacan en Sierra Morena son el Guadalimar (180 km de longitud), el Yeguas, el Rivera de Huelva y el Guadiamar.
Acuíferos
Los materiales precámbricos impermeables (gneises, pizarras, cuarcitas y rocas volcánicas), solo permiten la aparición de contados acuíferos. A parte de los acuíferos fluviales, tan solo el acuífero del Mioceno transgresivo (de base Niebla-Posadas), y los acuíferos carbonatados de Sierra Morena contribuyen a mantener un flujo de base (fuentes y manantiales).